25 enero 2009

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Porque fijar el cenit equivale a fijar el punto en el que comienza la decadencia.
Porque la alegría no ha servido nunca para escribir la historia.
Porque si construyes un escenario no tienes más remedio que montar un espectáculo.
Porque siempre tiene que haber -no neguéis que tiene que haberlo siempre- un futuro.

Graham Swift, El país del agua.

21 enero 2009


Me gustan los periódicos en papel. Las mañanas tranquilas en las que puedes recrearte pasando las hojas, recibir rayitos de sol en la cara y tomar un café.

Ayer tuvo que ser un gran día. Debía serlo. La llegada de un nuevo espíritu a la casa de color más famosa del mundo. La partida de un personaje agitando su mano mientras rugían los motores del adiós. Esperemos que sea no sólo un gran día para recordar. Si no que se convierta en lo mejor que queda por llegar. Bienvenido, señor negro.

Mientras, en un minúsculo metro cuadrado permanezco a la espera. Con el calor de los que siento que están conmigo, aunque están allá. Aprovecho para alegrarme abriendo un nuevo libro, El país del agua. Y promete.

18 enero 2009

Tengo cierto vacío intelectual.

Deben ser las hormonas...

11 enero 2009

El paréntesis no arregla el mundo.

Tiene que salir la gente a la calle para que se pueda escuchar el no a la violencia.
Un no rotundo a las matanzas.
No más cadáveres de niños por las calles.
No más rostros empapados en miedo.




Y encima viene una tipa del PP a decir que los andaluces tenemos acento de chiste.
"Asento, mi arma...asento..."

03 enero 2009

crítica a la observación

No puedo dejar de felicitarme por haber conseguido poner el pie en un nuevo año. Felicitarme, digo, a pesar de no tener claro si soy yo la verdadera artífice de ese logro. Quizá haya cientos o miles de factores que han hecho posible esta proeza y no me resisto a nombrar incluso a la suerte o al azar. El caso es que aquí estamos, estoy, están, los que escriben y alguno que lee, saludando un nuevo año que esta vez finaliza impar. Estamos porque hemos logrado subir día a día un peldaño, sortear dos o tres inconvenientes y girar en la esquina correcta.

No es fácil, no señor, teniendo en cuenta los tiempos que corren, las pistolas que se disparan, las manos que se convierten en puños y las piedras como tanques. Algunos seguimos aquí, viendo cómo la mitad de los que quedaban, se marchan, se evaporan. Al otro lado del mundo o en el piso de abajo. Envueltos en llamas, arrasados o con puñales a la espalda. Se marchan. Y llegan otros, con panes debajo del brazo o con nada.

Los que sólo podemos dedicarnos a permanecer miramos de reojo.
Pensando, verdad, qué suerte que no seamos nosotros.