Es cierto.
Cuando no hay nada que contar, es mejor no decir nada. Cerrar la boca hasta que se evapore el silencio y dejar que las pestañas rocen el sueño.
Dormitar, bajo el suave sol perezoso que consigue engañar al frío y se cuela entre las cortinas.
Afortunadamente existen páginas escritas por otros y pensadas por algunos que te despiertan del letargo. Voy a la librería, remuevo con la vista algunso ejemplares, ofertas, montones, basura. Escondido entre algunas tapas clásicas, medio ahogado, encuentro éste. Parece un enano junto a los volúmenes de memorias, desgarrado y huérfano.
Siento tristeza al verlo tan solo y me lo llevo a casa. Al calor.
Instrumentos de las tinieblas, Nancy Huston.
(dolorosamente femenino, agrio, estomacal)
Nota mental: barajo la posibilidad de comentar que la posibilidad de erradicar los crucifijos de las aulas escolares públicas y laicas, pero me abstengo, por cordura y sensatez. Es inncesario opinar sobre algo tan escandalosamente obvio.
o charlar acerca de las opiniones del señor juez Calamita (calamidad) o sobre los rusos compradores de empresas...
pero una cosa sí, comparto algo que ya he compartido con alguien:
"El espíritu es en si mismo todo un mundo: sabe transmutar el infierno en cielo y el cielo en infierno" John Milton, Paraíso perdido.
Hagamos el cielo.