28 enero 2010

Tempus Finit


El tiempo es un asunto complicado. O tenemos tanto que no sabemos qué hacer con él o andamos como locos rapiñeando minutos.

El tiempo es un señor extraño.
A veces se hace pesado como una roca, se empeña en permanecer quietecito y sobrio, mirándote sin apenas pestañear. Duro y denso, insoportablemente cansado. Minutos que son horas.

En ocasiones peca de hiperactividad, revolotea con rapidez, imperceptible, ligero. No te permite ni siquiera un apretón de manos. Vuela. Horas que son segundos.

Otras veces, directamente, no existe. Carece de espacio, de forma, de situación. Es nada, sin luz.

Nota mental: la primera conversación de la mañana versaba sobre cómo la distancia temporal nos convierte en extraños de nosotros mismos, ¿no?

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