17 junio 2008

Los barcos y las facturas

Hoy me he bajado del barco.


Ayer navegué durante 24 horas a la deriva, sin rumbo, con las maletas vacías y sin pastillas antimareo en los bolsillos. No terminaba de pisar tierra. Cuando sentía la certeza del desembarco, la nave daba media vuelta, hacía sonar las bocinas, y de nuevo sin horizonte. Allí estaba, con el viento de cara y la falda retorcida en los muslos. Sin buen color en las mejillas y con la urgente necesidad de encontrar un camarote sin agua.




Las naúseas, sin vocación.




Nota mental: sentirse como Fermina Daza en "este ir y venir del carajo" tiene su punto romántico. En un barco, sin pisar tierra, toda la vida (véase El amor en los tiempos del cólera, he recordado).


Nota estomacal: ya era hora de que la lengua rastrera de Losantos le pase la factura.
Qué se debe.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

beso a tu tripa y a la alubia!








maria iciar

Soniquete dijo...

¡¡¡Niña!!! Qué bonito lo de tus mareos.... ¡¡¡estás hecha toda una embarazada de verdad!!! Mejórate, pero disfrútalo.