30 marzo 2010

Ciudades y chicles

El deseo de conseguir algo es inversamente proporcional a la percepción del tiempo que necesitas para conseguirlo. Así, por ejemplo, el horizonte visible de unas vacaciones se hace eterno aunque resten pocas horas.

El tiempo es como un chicle de fresa, unas veces se estira hasta aburrir y otras, pierde su sabor al primer mordisco.

Hay gente que siempre quiere estar en otro sitio. Pero las ciudades son siempre la misma ciudad, los que debemos cambiar somos nosotros.

Nota mental: siempre me he preguntado por qué los viajes de ida se me hacen muy largos y las vueltas discurren tan rápido.

Un regalo, para estos días vacíos de contenido cotidiano.






26 marzo 2010


Con un pie puesto en la Alexanderplazt, otro en la Isla de los Museos y con la nariz llena de espuma de cerveza.

Eso sí, sin noticias de una guía turística decente.
Y con el resto de la semana que viene aún por escribir...

Grande, Forges.


23 marzo 2010

Primavera


(La Primavera, Boticelli)


Quería hablar de la mueca hostil que maquilla mi rostro cuando les escucho decir que todo ha sido producto de la revolución sexual, que hay algunos adolescentes que están de acuerdo e incluso provocan, que peor es el aborto o que quién esté libre de pecado que tire la primera piedra (sic)

Pensaba recrearme en la victoria de la izquierda en Francia o en la situación del señor mallorquín que compraba más barato y vendía más caro. Incluso tenía previsto darle la enhorabuena al nuevo gobierno andaluz.

Y al final, como siempre, me he perdido.
Y he acabado entendiendo por qué la primavera no necesita poemas.
Y por qué yo sí te necesito a ti.

18 marzo 2010

Canción de invierno y de verano

(...)

Cómo dudar que nos quisimos,
que me seguía tu pensamiento
y mi voz te buscaba-detrás,
muy cerca, iba mi boca.

Nos quisimos, es cierto, y yo sé cuánto:
primaveras, veranos, soles, lunas.

Pero jamás en el mismo día.

Ángel González

17 marzo 2010

Un kilo de dignidad

La dignidad es algo que no se vende por kilos. Si se vendiera, las colas serían interminables. Miles de rostros esperando su turno para llevarse a casa un cuarto de kilo.
Me lo llevo sin envolver, te dejo aquí mi parte de indignidad, que oye, no veas si pesa a estas alturas, y me la llevo puesta. Gracias señora, vuelva usted cuando quiera, mañana por medio kilo se lleva de regalo otro medio de sosiego. Voy corriendo a decírselo a mi marido. Y tan contentos.

Pero la dignidad, esa palabra que con sólo pronunciarla otorga seriedad, que huele a respeto, no está a la venta, ni de rebajas ni a precio de coste. Es un traje que se lleva incluso cuando la vida te obliga a ponerte de rodillas. A morder el suelo.

Quiero ser digna. Andar este camino con la cabeza así de alta. Mirar de frente.

Y cuando se acabe mi viaje, cuando ya no tenga surtidores donde repostar, quiero que la dignidad sea la última señal que me encuentre al mirar por el retrovisor.

Vivir y morir dignamente, sin más.

Nota mental: Andalucía aprueba esta tarde la Ley de la Muerte Digna. Bravo.

15 marzo 2010

Changes

Admito cierta incomodidad.

Los espacios se abren y se renuevan. Debe entrar aire fresco por la ventana pero sin que vuelen los papeles, las carpetas y las fotos que están en este momento sobre la mesa.

Tengo un tsunami en el estómago, un poco de arena en las venas y un litro de agua en los bolsillos.

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Comienza una nueva etapa.

Nota mental: te escucho con una cerveza en la mano y no pasa el tiempo.

11 marzo 2010

Cuando la dispersión entra en tu vida, no hay nada que hacer.

Vas caminando desde la cama con la cabeza justo debajo de una gran nube gris. Si te mueves para un lado, te persigue, si te mueves para el otro, también. Ahí la llevas, haciendo su trabajo en silencio, emborronando tus ideas y convirtiendo en marañas tus pensamientos.

Y pobre de ti si pretendes intentar deshacer el nudo.
No hay manera, te advierto.
La nube viene sin llamarla y se marcha sin echarla. Sin más.

Me voy a quedar un rato pensando en Galeano: "Las mujeres son iguales que los hombres: mitad basura, mitad maravilla. Mitad cielo, mitad infierno. Es el oficio terrestre."

Nota mental: otro día pensaré en los despertadores, ahora ya se me ha quitado el sueño.

09 marzo 2010

05 marzo 2010

Te encuentro en el baúl y decido sacarte un rato para que pueda darte un poco el aire.



LA SIESTA



Recupero la vida a la hora de la siesta.

En ese momento en el que los relojes bostezan y

las persianas niegan la entrada a los rayos de sol,

a los ruidos de la calle.


Vivo en esa parte del día donde se aletargan los ritmos.

Donde las camas se hacen grandes y las sábanas suaves.


Te espero en este rato, que es cuando mejor sé esperarte.

Con el mundo en silencio y dormido.

Abrazando el único sonido, mi pelo peleando con la almohada.


Me quedaré atrapada aquí, a la hora de la siesta, y dormiré.

Pero sólo después de lamer la tarde salada en tus ingles.


ZFP

04 marzo 2010

Ahogada la melancolía, al menos durante los próximos minutos.

Secreto

Nos pusimos de acuerdo.
Yo esperaba sin prisa por la esquina,
me hacía el despistado,
hablaba con el niño y los borrachos,
encendía un cigarro o compraba el periódico.
Aparenté no verte
llegar casi sin prisa,
arreglarte un momento en el descapotable,
abrir la puerta,
subir hasta el segundo.
Yo despisté al portero de las barbas rojizas,
y allí,
sin los silencios
del joven que se enfrenta,
sin tu arbolado anillo de goleta
que surca el matrimonio,
a pesar de tus pieles y mi piel,
nos pusimos de acuerdo.

Luis García Montero

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03 marzo 2010

El atasco


Esta mañana recordaba La autopista del sur mientras sentía la invasión motorizada acercarse a mi espacio personal. Rodeada de seres de cuatro ruedas o de dos, he avanzado lentamente en mi ficticio pero creíble refugio azul. Amparada por el dial que permanece memorizado sine die voy descubriendo los rostros que caminan bajo las gotas de lluvia. Últimamente todo intenta sobrevivir bajo la lluvia.

Creo que está creciendo una especie de verdina bajo mi piel. O peor, me da la sensación constante de que intento mudar el envoltorio. Se me escurren, como el agua permanente, las propiedades que anteayer me hacían específica. Varío, muto, metamorfoseo.

Como los torrentes de barro mudan el paisaje.
Como la naturaleza que siempre se rebela por recuperar su forma.

02 marzo 2010

Pasan las horas y no sale el sol.

Tiembla la tierra y se agita el mar. Caen sueños y mueren vidas.
En otra parte, alguien se sienta frente a un cuaderno y mira la punta del lápiz. Lo recuerda, toca su olor, el dibujo de su boca, el contorno de si misma cuando está a su lado. Escribe un par de palabras mientras se bebe el silencio, desterrando el buen destino que pasa de largo, que la evita.





Hay besos que pronuncian por sí solos
la sentencia de amor condenatoria,
hay besos que se dan con la mirada
hay besos que se dan con la memoria.

Hay besos silenciosos, besos nobles
hay besos enigmáticos, sinceros
hay besos que se dan sólo las almas
hay besos por prohibidos, verdaderos.

Hay besos que calcinan y que hieren,
hay besos que arrebatan los sentidos,
hay besos misteriosos que han dejado
mil sueños errantes y perdidos.
(...)

Yo te enseñe a besar: los besos fríos son de impasible corazón de roca, yo te enseñé a besar con besos míos inventados por mí, para tu boca.

Gabriela Mistral