03 marzo 2010

El atasco


Esta mañana recordaba La autopista del sur mientras sentía la invasión motorizada acercarse a mi espacio personal. Rodeada de seres de cuatro ruedas o de dos, he avanzado lentamente en mi ficticio pero creíble refugio azul. Amparada por el dial que permanece memorizado sine die voy descubriendo los rostros que caminan bajo las gotas de lluvia. Últimamente todo intenta sobrevivir bajo la lluvia.

Creo que está creciendo una especie de verdina bajo mi piel. O peor, me da la sensación constante de que intento mudar el envoltorio. Se me escurren, como el agua permanente, las propiedades que anteayer me hacían específica. Varío, muto, metamorfoseo.

Como los torrentes de barro mudan el paisaje.
Como la naturaleza que siempre se rebela por recuperar su forma.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Yo he decidido que la lluvia está ahí para renovar, para limpiar (algún sentido bueno le tengo que buscar viviendo donde vivo), y que cualquier cambio es necesario y para bien.

María Icíar de los nortes

María Waleska dijo...

Razón tienes, Maricíar norteña :)