Cuando la dispersión entra en tu vida, no hay nada que hacer.
Vas caminando desde la cama con la cabeza justo debajo de una gran nube gris. Si te mueves para un lado, te persigue, si te mueves para el otro, también. Ahí la llevas, haciendo su trabajo en silencio, emborronando tus ideas y convirtiendo en marañas tus pensamientos.
Y pobre de ti si pretendes intentar deshacer el nudo.
No hay manera, te advierto.
La nube viene sin llamarla y se marcha sin echarla. Sin más.
Me voy a quedar un rato pensando en Galeano: "Las mujeres son iguales que los hombres: mitad basura, mitad maravilla. Mitad cielo, mitad infierno. Es el oficio terrestre."
Nota mental: otro día pensaré en los despertadores, ahora ya se me ha quitado el sueño.
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