22 septiembre 2008

Genio de gafas feas

Cuando echo el cierre de mis ojos tras pasarme más de una hora en compañía del maestro de las gafas feas no puedo evitar sentir una suerte de ansiedad emocional. Siempre consigue identicarme de una u otra manera con algún rasgo de cualquier personaje.


Vicky Cristina Barcelona.

Algo cargada del tópico del artista modernete que no da palo al agua y que no conoce el despertador ni sus lunes. Que come en restaurantes caros y que viaja en descapotable. Trío o cuarteto de guapos y guapas que andan bajo telas vaporosas y vaqueros ceñidos. Que beben vino bueno y que se besan con lengua.

Me han gustado los personajes. O parte de ellos. Esas grandes reflexiones sobre la búsqueda y el encuentro. Sobre el amor, la libertad o el sexo. Sobre los anclajes tradicionales y el precio del no conformismo.

"No sé exactamente lo que quiero. Pero sí lo que no quiero".

Nota mental: recordar no ver más películas de Allen dobladas. Pierden.

-Llega el otoño. Bienvenidas, hojas que caen-.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Creo que Allen presenta, de Barcelona y sus habitantes, lo que le parece funcional para su historia. Y lo hace desde la óptica de unas turistas americanas; nunca podrá, por tanto, mostrar la ciudad y sus habitantes tal y como éstos se ven a sí mismos - ni se espera que lo haga. A mí me gustó de verdad.
Eso sí: sólo merece la pena la versión original. Los diálogos son multilingües. Es tontería quedarse con la apisonadora del doblaje.
La película propone mucho tema para sólo 90 minutos. Y te deja con ese sabor de melancolía ante el recuerdo del camino que uno renunció a seguir.

María Waleska dijo...

Comparto contigo: melancolía ante el recuerdo del camino al que uno renunció seguir...También me gustó.

Anónimo dijo...

En el avenida 5 cines la pude disfrutar en VO. Una delicia...

Un besazo guapa