-Me he quedado sin tiempo. Vuelve mañana y te beso-, me dices.
Camino dándote la espalda, con los ojos tristes y alguna lágrima, mientras pienso en los pliegues de la sábana cubriéndote la cintura.
Mañana no existe.
Ya no hay trenes de vuelta.
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Imagino a un duende pequeñito dándome golpes cerca del ombligo.
2 comentarios:
No hay trenes de vuelta pero el mañana si existe, y puede ser maravilloso... Bonito nombre el del duende, me alegra volver a leerte guapa. Besos.
Y a mi, exploradora de mundos. Tienes que contarme todo lo que has visto, que debe de haber sido estupendo. El duende os manda una patadita desde su escondite. Recuerdos a Lolita.
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