Echando un vistazo al mundo, parece que lo mejor es apretar los párpados y esperar a que pase la tormenta. Esconder la cabeza bien peinada en el hueco de cualquier colchón para no recibir los cascotes del derrumbe.
Me pregunto qué es el dinero. Qué valen los billetes estampados. Quién lo fabrica y quién decide cúanto. Valor de cambio. Patrón de valor. Plusvalía. Libre mercado. Autorregulación.
Quién paga con truenos el desastre de otros.
Y mientras la realidad conocida dicen que se evapora, algunos se dedican a neocon-convertir todo lo que tienen alrededor: la condesa-duquesa de rubios cabellos que habita en la capital del reino anda dispuesta a privatizar lo que encuentra (algunos, dicen: "La Aguirre va a acabar por privatizarse a ella misma").
Otros, los dirigentes de la patronal, soplan su canción al viento: las ganancias, cuando las hay, para nosotros; los desastres, habrá que pagarlos entre todos.
Me quedo con mi cabeza despeinada entre la almohada y la luz. Recibiendo las gotas de tormenta en la espalda. Y leo:
...amar es combatir, si dos se besan el mundo cambia,
encarnan los deseos, el pensamiento encarna,
brotan las alas en las espaldas del esclavo,
el mundo es real y tangible, el vino es vino, el pan vuelve a saber,
el agua es agua,
amar es combatir, es abrir puertas,
dejar de ser fantasma con un número
a perpetua cadena condenado por un amo sin rostro;
el mundo cambia
si dos se miran y se reconocen,
amar es desnudarse de los nombres...
Octavio Paz
Octavio Paz
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