El secreto de las tortillitas de camarones radica en el número de camarones por milímetro cuadrado de masa. Hay algunas que son muy aceitosas, y que cuando uno intenta metérsela en la boca, los labios se impregnan de antiestéticas gotas de producto made-in-jaén. Pero estas tortillitas..., estas tortillitas están hechas de otra pasta. Se nota que son tortillitas del Romerijo.
Lo mejor de todo es que estas tortillitas del Romerijo son aptas para comerlas al mismo tiempo que uno da vueltas a la ruedecita de la mesa de edición, escucha el enésimo discurso y elige los mejores momentos, pasea buscando alguna foto cotidiana o atiende el insistente teléfono móvil.
Esa es la mayor virtud de las tortillitas del Puerto de Santa María. Que van con todo.
Nota mental: cuando vayas de caravana en el autobus, acuérdate de pasar por el Puerto y comprar un cartucho de pescaito frito.
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