26 marzo 2008

Buenos humos


Hoy se cumple una semana desde que encendí mi último cigarro. Me acompañó en una cena de reencuentros de esos que reafirman la amistad, nos devuelven a los años mozos y fluyen con la naturalidad que dan los momentos compartidos, los buenos y los malos. Dejar de fumar después de una campaña electoral es más duro que dejarlo a primeros de año porque el horizonte no son 365 días, sino toda una legislatura, o eso al menos me he propuesto yo. Por ambición que no quede.

También he decidido ir al gimnasio, retornar a mis tardes cinéfilas, sobreponerme al final de 'La elegancia del erizo' y sonreir con sinceridad. Y no descarto ampliar mis conocimientos en la lengua de Ian McEwan.

Total, que con tanto lío no me he puesto con las quinielas políticas. Supongo que es porque me imagino la escena de los protagonistas alrededor de una mesa camilla, bajo una luz tenue, nublada por el humo de los cigarros...y claro, me dan ganas de fumar. Así que aunque reconozco que me pica la curiosidad, voy a practicar el noble arte de la paciencia (si es que me dejan y no lo estropea la innoble artimaña de la filtración)

1 comentario:

Alfonso Saborido dijo...

Ánimo, se puede dejar de fumar. Yo lo conseguí. Llevo dos años y pico. Y fíjate, al mes de dejar de fumar, murió mi madre, y no caí en la tentación, aunque ganas tuve.
Hoy, cada vez me alegra más la desición de no fumar, aunque a veces, me acuerde.
Lo que digo, yo que era de paquete diario de LM, pude. :)