Nunca he recibido ningún premio.
Ni tan siquiera una medalla de plástico y cordón verde que identificara que había sido lo bastante buena en algo. Quizá un diploma, de esos escritos a mano y que suelen entregar tras la asistencia a un seminario. Uno igual a todos los demás. Nada especial.
Imagino que no me gustan los concursos. Ni la cuantificación de méritos.
Debe ser que los competidores natos llevan la fuerza impresa en los brazos. Miran al adversario fijamente a los ojos y descubren toda la energía que les nace desde el estómago. Saltan al ring con la concentración por bandera y la victoria en los bolsillos.
Yo, en los míos, sólo llevo un par de monedas y un paquete de pañuelos de papel.
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Nota mental: Hace cincuenta años que se fue el premio Nobel defensor de la letra jota.
Se morirán aquellos que me amaron;
y el pueblo se hará nuevo cada año;
y en el rincón aquel de mi huerto florido y encalado
mi espíritu errará, nostálgico…
El viaje definitivo, JRJ
2 comentarios:
Yo tampoco he recibido ninguna medalla de plástico con cordon verde,no me importa lo que pueda opinar el jurado del mundo, me basta estar satisfecho con mi propia estimación
Juancar
Razón tienes, Juancar.
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