24 abril 2008

Agua y elegancia



Desayuno viendo cómo dos señores con traje de chaqueta oscuro y camisas blancas levantan un par de copas de agua en señal de brindis. Sonríen a las cámaras que inmortalizan el momento. Imagino cómo sueltan algún chascarrillo de esos que caldean el ambiente, dicen un par de gilipolleces que no se creen ni ellos y se marchan a casa. Allí, cuando llegan, se paran un momento en el bar de la esquina, escupen el sorbo de agua que les quedaba en la boca y le dicen al camarero: ponte por aquí dos buenos vasos de vino, quillo- O mejor, dos güisquis con coca cola, che.


La salud mental de alguien que se dedica a movilizar tomando la calle para conseguir sus fines (sic) no debe ser muy buena. Me preocupa el estilo revolucionario que algunos están adoptando. Tomemos la calle. Levantemos al pueblo. Que ya nosotros nos encargamos de incendiar contenedores y de asistir a tertulias. Qué mundo éste.


Nota mental: y la elegancia muere solitaria en los labios de este poeta llegado de otro mundo.


(...) Será ya como sea.

Tal vez me estalle el cuerpo todo lo que he esperado.

Me comerás entonces dulcemente

pedazo por pedazo.
Seré lo que debiera.

Tu pie. Tu mano.


Juan Gelman

1 comentario:

Mandrágora dijo...

Por segundo día, coincidencia en la selección del tema. Me gusta tu estilo, que es fresco y no tiene agujetas. Por cierto, la poesía de Gelman es sugerente.