Levantarse y descubrir que el calendario señala el día 1 de un nuevo mes es como si de repente alguien te dice que las tortitas con nata son un estupendo adelgazante.
El primer día huele a nuevo, a fresco. Es como cuando vas en coche y comienzas a sentir la cercanía del mar. Se palpa en el ambiente, bajas un poco las ventanillas y dejas que entre el aire húmedo que lo impregna todo. Tu pelo, la ropa, los asientos del coche. Es una mezcla de arena, sal y protector solar. Es inconfundible. Huele a playa.
Igual ocurre con los políticos. De la misma forma que cuando te vas acercando a la ultima curva de la carretera del acantilado eres capaz de percibir esa sensación de mar, con algunos de ellos, cuando pasan a tu lado, sientes algo parecido. Se les huele antes de llegar.
Algunos desprenden el aroma de la novedad, de la ilusión y el estreno. Otros, huelen a soberbia y altivez, otros, a barbas recién afeitadas y colonia cara. Algunos sólo marcan el olor a cansancio e historia y, en unos cuantos, prevalece el aroma de garantía.
Nota mental: como dijo un hombre sabio "no podemos elegir lo que somos, no somos libres de dejar de ser libres". Y punto.
No hay comentarios:
Publicar un comentario