Es necesario hacerlo. Salir a buscar los amores, las sonrisas, las lunas y los mares.
Es necesario.
O más bien, vital. Despertar con un latido de corazón, con el olor a café y las manos limpias. Saludar al día, de lluvia o con calor. Mirarse los tobillos y saber que pueden aguantarte el peso. De los nubarrones, de las gotas de barro o del tráfico.
Es obligatorio. Como no empeñarse en circular a contramano. Buscar entre las horas del día aquellas que nos encuentran a nosotros. Dejar que nos cambien, que nos arrastren, que nos estanquen. Es necesario. Y vital. Y obligatorio.
Sentarse en mitad de la calle y despertar al mundo. A otras manos, a otros ojos, a otras aceras. Mirar los carteles y no hacerles caso. Para no continuar con los senderos marcados. Para dejar que sean nuestros propios tobillos sujetando nuestros pies los que nos guíen hasta el portal. De cualquier casa, de cualquier bar, de cualquier cine.
Siempre existe el mañana, mientras queramos inventarlo. Sólo hay que cerrar un poco los ojos, dejar caer los párpados que ya sabes que pesan como juicios, y perdernos en la oscuridad de nuestra propia mirada.
Allí estaremos. Disfrazados con mil caras. Para empezar siempre una nueva obra.
Un nuevo personaje.
*** Para los que sienten las pérdidas y no distinguen la salida.
Nota mental: reencontrar algo bello
(...) Es el amor con sus mitologías,con su pequeñas magias inútiles.Hay una esquina por la que no me atrevo a pasar.Ya los ejércitos que cercan, las hordas.(Esta habitación es irreal; ella no la ha visto) El nombre de una mujer me delata.Me duele una mujer en todo el cuerpo.
Borges, El amenzado
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