LA SIESTA
Recupero la vida a la hora de la siesta.
En ese momento en el que los relojes bostezan y
las persianas niegan la entrada a los rayos de sol,
a los ruidos de la calle.
Vivo en esa parte del día donde se aletargan los ritmos.
Donde las camas se hacen grandes y las sábanas suaves.
Te espero en este rato, que es cuando mejor sé esperarte.
Con el mundo en silencio y dormido.
Abrazando el único sonido, mi pelo peleando con la almohada.
Me quedaré atrapada aquí, a la hora de la siesta, y dormiré.
Pero sólo después de lamer la tarde salada en tus ingles.
ZFP
1 comentario:
Me alegra saber que la orfandad agujetil no te retrae el talento. Aprovecha este filón que tiene materia prima en cantidad. No tires la toalla.
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